Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

» Miradas

"El hombre de mi vida no tiene los ojos claros", se jactaba ella alejándose de ese par de faroles que le querían robar el teléfono.
El hombre de su vida, el que la había dejado destrozada y sin ganas de mirar otras miradas, tenía un par de ojos comunes, de esos marrones. No "miel" o "pardos"... Sólo marrones. Inquietantes ojos marrones que sabían mirar allá adentro, donde se clavan las miradas más profundas. Ojos color Río de la Plata.
La cuestión es que los nuevos ojos claros le robaron algo más que el teléfono y ella empezó a verse linda reflejada en esos ojos. Empezó a arreglarse para esa mirada, a sonreirle al teléfono que ya la había acostumbrado a un silencio angustiante. Empezó a buscar la aprobación en su propia mirada, nublada todavía por la tormenta de aquellos ojos color Río de la Plata que la habían dejado ciega.
Definitivamente el pibe de los ojos claros no fue el hombre de su vida. Pasó. Como pasaron varios pares de ojos más. De todos los colores.
Pero ella se dio cuenta de que no importaba el color, que el hombre de su vida tiene los ojos del color que se le ponen a ella cuando naufraga inexorablemente, con los ojos y el corazón abierto, en esa otra mirada.
Por eso sigue mirando. Y mirándose. En otros ojos. De cualquier color.

1 comentario:

  1. Hay que tener claro, no se mira, se esconde, al fin y al cabo si le importaba imponerse un color era para poder imponerse en la elección, pero sabe que no puede, que lo que hace es esconderse en esa mirada que la observa. No naufraga, se siente segura, entiende que ya ganó, que ahora se lo puede coger tranquila, porque sabe que la están mirando.

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