No sé, es raro.
De repente la nostalgia por las cosas perdidas se me mezcla con la melancolía por las cosas que nunca voy a tener.
Nostalgia y melancolía. Pérdidas.
La melancolía, esa sensación como de duelo por una pérdida, sin conocer los motivos ni el objeto que se perdió. Y la nostalgia, dulce dolor, dulce recuerdo de lo que se tuvo, de lo que dejó de ser.
Objetos guardados para siempre. O rotos, y por lo tanto inútiles y prescindibles.
Montañas de sabores y sinsabores acumulados en la esquina más oscura del rincón más remoto de la habitación menos habitada. Telaraña y polvo cubriendo recuerdos que se desesperan por permanecer, pese a todo. Y la memoria, que se desespera por borrar un pasado que no quiso ser y por inventar los recuerdos de un futuro que no va a ser.
Y se me congelan cosas al medio, y se me estancan personas en ese limbo impreciso, carentes de pasado, inacomodables en el futuro.
Nostalgia y melancolía. No sé, es raro.
De repente la nostalgia por las cosas perdidas se me mezcla con la melancolía por las cosas que nunca voy a tener.
Nostalgia y melancolía. Pérdidas.
La melancolía, esa sensación como de duelo por una pérdida, sin conocer los motivos ni el objeto que se perdió. Y la nostalgia, dulce dolor, dulce recuerdo de lo que se tuvo, de lo que dejó de ser.
Objetos guardados para siempre. O rotos, y por lo tanto inútiles y prescindibles.
Montañas de sabores y sinsabores acumulados en la esquina más oscura del rincón más remoto de la habitación menos habitada. Telaraña y polvo cubriendo recuerdos que se desesperan por permanecer, pese a todo. Y la memoria, que se desespera por borrar un pasado que no quiso ser y por inventar los recuerdos de un futuro que no va a ser.
Y se me congelan cosas al medio, y se me estancan personas en ese limbo impreciso, carentes de pasado, inacomodables en el futuro.
Nostalgia y melancolía. No sé, es raro.
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