Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

» Dormir

Hablemos de las necesidades. Si usted tiene frío, hambre y sueño, y le dieran a elegir cubrir una, sólo una, de esas necesidades... ¿cuál elige?

Si cubre el frío, usted estará calentito con su cachito de felicidad logrado, pero la panza no le va a parar de hacer ruido, y entre bostezo y bostezo, lo único que va a querer es un chocolate y una cama, olvidándose por completo de que hace un rato, usted tiritaba como si anduviera descalzo por la Antártida.

Si prefiere cubrir el hambre, cualquier alimento que ingiera le va a caer mal, porque el castañeo de los dientes complica la masticación y temblando de frío y sueño, no hay digestión que aguante.

Ahora bien, si elige cubrir la necesidad de sueño, usted será feliz, porque dormido profundamente, ni se dará cuenta del hambre y el frío, y en el peor de los casos, podrá soñar con ríos de dulce de leche y caricias de lana, que la inconsciencia onírica da para todos los gustos y cubre todas las necesidades.

Siga mi consejo: siempre que pueda elija dormir. Duerma, sueñe. Sólo así dejará de sentir hambre y frío [y otras cuantas necesidades que el Genio de la Lámpara de Aladino no anda con ganas de cubrir].

» Montevideo

¿no te pasa que a veces creés estar allá y estás acá?
¿no te pasa que el tiempo no pasa y las distancias no distancian?
Y que volver es VOLVER, con mayúsculas y abrazos y reflexiones y complicidad
Y que lo que queda en el tintero se resuelve en dos palabras
Y que la puesta al día tarda menos que un día y dura dos o tres eternidades.
Volví a volver a verte. Y volví a volver a irme.

Pero en ese paréntesis que me dio el invierno, este invierno díscolo que hasta puso cara de verano para recordarnos el verano adorable que pasamos, dejé huellas enormes y me llevé pasos tranquilos, para andar un rato más...

Y en esa mezcla de nudo en la garganta y emoción reprimida de las despedidas, sé muy bien que no me fui, que estoy ahí, y que tuve [una vez más] Montevideo a mis pies.

» Nubes

Mirá. Fijate. Ves? El cielo está azul, de ese azul invernal que duele de tanto brillo.
Pero no, vos seguís empeñado en inventarle nubes. Y si no existen, si todavía no aparecen, te las rebuscás para verlas a futuro, con esa bola de cristal made in china que te compraste en el Once.
Le buscás la quinta pata al gato y el pelo al huevo
Y aunque la limosna no sea grande, igual, por las dudas, vos desconfiás.

Y ahí, en tu futurología, las viste. Y las enunciás como profecía apocalíptica, con extremismo fundamentalista de talibán radical:
¿Ves las chimeneas? -decís- El humo. El humito ese taaaaan inofensivo que en cualquier momento sale por las chimeneas.. Ese. Ese es el que va a formar las nubes...

Y yo, trato de soplar y espantar a manotazos, a pestañazos, tus nubes imaginarias, y volver a ese cielo azul invierno, que duele de tanto brillo y promete un día despejado.

Un día. Aunque sea uno, pero despejado.