Se me amontonaron las dos docenas y media de tequieros que dejaste del lado de afuera de la puerta de mi hermetismo.
Se te escaparon, no se... se te escurrieron y quedaron ahí, en el felpudo, queriendo a medias y a las apuradas. Queriendo con ese querer sintético de felicidad sintética.
Te quiero... porque no te tengo conjeturás, como un teorema del capricho, y lo resolvés tratando de leer el resultado entre la hipotenusa de mi alma y los catetos de mis ojos [dividido dos], dándote una mirada tan a medias.
“Tan poco tuyo que ahora soy yo y nunca fui tan de nadie”, le robás sin proponértelo a Jorge el juego de palabras y desde la mesa de luz me mira un Galeano dedicado, dedicado a medias, pidiendo a gritos que “lo use y lo tire”.
Y yo te vuelvo a espiar desde mi hermetismo, te espío de reojo adentro de esos ojos medio azules,
pateo con la punta del zapato dos o tres tequieros que siguen ahí, como queriendo filtrarse y dudo.
Dudo si dejarme querer tan a medias
Porque las medias... lo sabemos: las medias son para los pies.
Se te escaparon, no se... se te escurrieron y quedaron ahí, en el felpudo, queriendo a medias y a las apuradas. Queriendo con ese querer sintético de felicidad sintética.
Te quiero... porque no te tengo conjeturás, como un teorema del capricho, y lo resolvés tratando de leer el resultado entre la hipotenusa de mi alma y los catetos de mis ojos [dividido dos], dándote una mirada tan a medias.
“Tan poco tuyo que ahora soy yo y nunca fui tan de nadie”, le robás sin proponértelo a Jorge el juego de palabras y desde la mesa de luz me mira un Galeano dedicado, dedicado a medias, pidiendo a gritos que “lo use y lo tire”.
Y yo te vuelvo a espiar desde mi hermetismo, te espío de reojo adentro de esos ojos medio azules,
pateo con la punta del zapato dos o tres tequieros que siguen ahí, como queriendo filtrarse y dudo.
Dudo si dejarme querer tan a medias
Porque las medias... lo sabemos: las medias son para los pies.
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