Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

» Premio consuelo

... Ahí, ahí, ¿no lo ves?. Y el colibrí aleteando, suspendido en el aire, posando para mis pupilas, desintegrando el aire, todos los días visitando la misma planta.

Así que me acurruqué debajo, en silencio, cámara en mano, a esperar que se petrificara en el espacio con un click. Y no vino.

Lo esperé un par de eternidades. Probé alejarme un poco, para no intimidarlo. Probé hacerle creer que no lo estaba buscando a él, a ver si lo engañaba. Y no, no vino. Si hasta me pareció escucharlo, camuflado en el hibiscus, riéndose a escondidas con ese “txiki txiki” rapidito de las alas diminutas.

Y en mitad de un bostezo apareció una mariposa. Normalita, tirando a feúcha. Mi premio consuelo, mi "esloquehay", mi "conformate con esto". Y me conformé. Y disparé un click que la congeló en mis pupilas. Y pegué media vuelta y abandoné mi refugio de cazadora de imágenes.

Cuando guardé la cámara lo volví a ver. Agazapado, esta vez, a la vera del Ginkgo biloba. Creo que me guiñó un ojo, se acercó un poco más, aleteó en cámara lenta y se fue. Decidí ignorarlo, yo tenía mi foto de mariposa común, de ninguna especie en extinción, de colores que irradiaban nada. Me anestesió la espera, me aburrió lo difícil, y la mariposa me había devuelto la paz.


Pero, créanme, sigo volviendo cada tanto a sentarme en el pasto húmedo, mirando para arriba, siempre la misma planta. A lo mejor, quien sabe, un día de estos, después de tanto premio consuelo, me toca el premio mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario