Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

» Siete vidas

Me estrujó el alma y me dejó lloviendo,
de adentro para afuera, torrencialmente.
Así fue la primera de mis muertes. De mis muertes de amor.
Y supe que la muerte tiene gusto a sal; a sal de mar; de mar de lágrimas.
Y me naufragué encima. Y me morí de amor. Pero reviví.
Las muertes que siguieron me acostumbraron a morir y ya no agonicé tanto ni me desangré entera por los ojos.
Logré transmutar el insomnio en sueños inodoros, incoloros e insípidos. Sueños de agua transparente.

Porque dicen que siempre caigo de pie.
Porque dicen que tengo siete vidas,
y si tuviera que volver a vivirlas,
[te lo juro] elegiría volver a morir las siete veces de amor.

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