Surgió de la nada. Brotó desde no se sabe bien qué órgano interno de la tierra, [que casi siempre llaman las entrañas]. El asunto es que un día apareció un faro en alguna esquina del mundo.
Y encendió la linterna.
Y las rocas creyeron que el faro las llamaba y fueron a encallar a sus pies.
Y las olas pensaron que la luz que giraba era para ellas y desde entonces no paran de azotarse contra las peñascos, que ya andaban durmiendo una siesta de siglos en esa orilla.
Y las nubes, conjeturaron que los intervalos de luz y sombra debían ser un camino para ellas, y amanecieron una mañana de enero formando remolinos sobre la veleta del faro.
Y fue el principio de todo.
Por eso, cuando me hablan del faro del fin del mundo, me muero de risa, porque yo conozco el secreto: no es el faro del fin del mundo, es el del principio.
Porque de eso se trata, depende de lo que uno vea en los ratos de luz y oscuridad, depende de los secretos que uno conozca, el final, [quizas] sea el mejor principio.
Y encendió la linterna.
Y las rocas creyeron que el faro las llamaba y fueron a encallar a sus pies.
Y las olas pensaron que la luz que giraba era para ellas y desde entonces no paran de azotarse contra las peñascos, que ya andaban durmiendo una siesta de siglos en esa orilla.
Y las nubes, conjeturaron que los intervalos de luz y sombra debían ser un camino para ellas, y amanecieron una mañana de enero formando remolinos sobre la veleta del faro.
Y fue el principio de todo.
Por eso, cuando me hablan del faro del fin del mundo, me muero de risa, porque yo conozco el secreto: no es el faro del fin del mundo, es el del principio.
Porque de eso se trata, depende de lo que uno vea en los ratos de luz y oscuridad, depende de los secretos que uno conozca, el final, [quizas] sea el mejor principio.
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