Resulta que los otros días, andaba yo sentada a las puertas de mí misma, mirando ese umbral que me invitaba a lo peor [lo mejor?] de mí, cuando caí en la cuenta de que llevaba demasiado tiempo en esa posición, mirando la entrada [salida?] con ojos de quien no se decide a mover.
Y me preguntaba si me llevaba [traía?] a algún lado esa puerta.
Y me moría de curiosidad y me moría de miedo y me moría de duda.
Pero la quietud me mataba más...
Y me preguntaba si me llevaba [traía?] a algún lado esa puerta.
Y me moría de curiosidad y me moría de miedo y me moría de duda.
Pero la quietud me mataba más...
Así que me mandé.
La pensé un rato, estiré las rodillas [las hice sonar para los costados] y me mandé.
Me subí las medias, me sacudí la ropa, me acomodé el pelo atrás de las orejas [porque uno no puede entrar a uno mismo en esas condiciones] y me mandé.
Mientras me alejaba [me acercaba?] miré por encima del hombro ese umbral vacío de mí misma y sonreí al pensar la cantidad de veces que me salgo un rato aunque más no sea, para volver a sentir las ganas de volver a entrar.
La pensé un rato, estiré las rodillas [las hice sonar para los costados] y me mandé.
Me subí las medias, me sacudí la ropa, me acomodé el pelo atrás de las orejas [porque uno no puede entrar a uno mismo en esas condiciones] y me mandé.
Mientras me alejaba [me acercaba?] miré por encima del hombro ese umbral vacío de mí misma y sonreí al pensar la cantidad de veces que me salgo un rato aunque más no sea, para volver a sentir las ganas de volver a entrar.